martes, 9 de diciembre de 2008

NAVIDAD CELTA SOLSTICIAL

Por Cuauhtémoc D. Molina García

El Rito Escocés hunde sus raíces en las tradiciones espirituales celtas. Heredom y Kilwining representan el ambiente escocés genuino (de Escocia) y nos han transmitido el exquisito sabor de la antigûedad y del esoterismo de las culturas del norte de Europa. La Navidad es una bella tradición de inocultable matiz antiguo, evidentemente precristiano y probablemente de fuentes celtas.

La Navidad, tal y como la conocemos hoy en día, se basa en la tradición religiosa del nacimiento de Jesús, el Mesías, así como en la visita de los Reyes Magos y los milagros hechos por Santa Claus (San Nicolás).

Sabemos que las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha del 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos atención a las fiestas paganas del Solsticio de Invierno y más a las celebraciones religiosas cristianas. Incluso el típico árbol de navidad tiene un origen celta.

El solsticio de invierno es el día más corto del año. Esto es así porque se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz. En la cultura celta, la festividad solsticial recibía el nombre de Yule. El Yule designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo. En Escandinavia, por ejemplo, existía la tradición de celebrar el Yule con bailes y fiestas. También se sacrificaba un cerdo en honor de Frey, dios del amor y la fertilidad, que según la creencia controlaba el tiempo y la lluvia.

Durante la festividad de Yule era tradicional quemar el tronco de Yule, un largo tronco de árbol que iba ardiendo lentamente durante toda la temporada de celebraciones, en honor del nacimiento del nuevo sol. De esa tradición proceden los pasteles en forma de tronco (troncos de chocolate) que hoy en día se comen en Navidades y que nuestras familias celerean con tanta tradición.

¿Qué Navidad occidental puede saborearse sin un árbol de Navidad?

Los antiguos celtas creían que el árbol representaba un poder, y que ese poder protegía y ayudaba al árbol. Los bosques sagrados servían como templo a los germanos.
Para los galos, la encina era un árbol sagrado sobre el que los druidas, sacerdotes celtas guardianes de las tradiciones, recogían el muérdago siguiendo un rito sagrado.
Esta tradición, heredada a través de los siglos, sirvió de inspiración para el actual árbol de Navidad.

La Masonería celebra estas fiestas soslticiales porque el fenómeno celeste posee un valor no solo astronómico "per se", sino porque representa una renovación en la tierra y en sus frutos, pero también en el amor y en la espiritualidad. Quien niegue que la Masonería carece de espiritualidad no la conoce, y si es masón, es en toda su extensión un ignorante.

La Natividad del Señor representa para el masón la presencia el Verbo Encarnado del Altísimo en la Tierra; es una manifestación de la Gloria del Gran Arquitecto del Universo. Es un mensaje de paz, de fraternidad, solidaridad, tolerancia, esperanza y fe. Es la expresión más viva del Ideal Iniciático y la voluntad perenne del hombre de re-ligarse con Su Creador mediante el trabajo y las enseñanzas del Simbolismo de la Construcción.

Para un masón en perfecta escuadra, la Natividad del Señor es un acontecimiento de convicción en los valores de la Iniciación y en los puntos más sublimes de la Geometría Sagrada. Las tradiciones célticas -de las que la Masonería del Rito Escocés es una expresión- anteceden las tradiciones cristianas y las revaloran con respeto en lo que para el hombre occidental significan.

Empero, los masones vemos con preocupación el olvido de la espiritualidad y de la fe, y vemos también con consternación un hombre materializado, sumido en el mundo de la ilusión y de las apariencias. Vemos un hombre que celebra las fiestas decembrinas sumido en el alcohol, el consumismo desbordante, el abrazo de compromiso y el regalo superfluo y falso, hipócrita y fementido; vemos un hombre vacío de contenidos profundos y despojado de sus esencias más sublimes.

Este hombre -para el cual Diciembre y Navidad constituyen mera fiesta mundana- es un hombre que bien debería sumergirse en un cuarto de reflexiones que le lleve verdaderamente a comprender el verdadero sentido de la vida mediante el entendimiento de sus deberes para con Dios, su prójimo y consigo mismo.

La Masonería, creemos nosotros, es un camino de acercamiento, es una vía, un sendero para acercar al operario del Arte a su propio fin superior: Dios, su fuente, su origen, su causa y su destino final.

En HEREDOM desamos con sinceridad y fe masónica, que nuestros hermanos, tanto del rito escocés como del York, y de todas las formas y expresiones masónicas más alla del simbolismo gremial, disfruten el significado de la Natividad del Señor y que hagan suyo su Sublime Sacrificio, así como su mensaje de Paz, Fraternidad y Justicia para vosotros, vuestras familias, seres queridos y para todos aquellos que conviven con vosotros.
Shalom lajem.

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