miércoles, 20 de julio de 2011

¡REGRESAMOS!

Hace apenas dos años, la intolerancia de algún miembro activo del Supremo Consejo de México del R. E. A. y A. de las calles de Lucerna, en México, DF, quiso expulsarme aduciendo mi atrevimiento por expresar señalamientos críticos a prácticas que considero poco atinadas, como la de otorgar grados "por golpe de cetro" solo para recibir ingresos a la tesorería, o con el aparente pretexto de fomentar los trabajos del rito es determinados lugares. Recibí, en aquél entonces, la notificación de ese impulso del intolerante inspector general del 33°, miembro activo de ese alto cuerpo, por comentario fraternal de un supernumerario, entonces comisionado del SC en los valles y campamentos de mi ciudad.
El enfurecido inspector del SC -un oscuro burócrata de la institución- cuestionaba al Delegado Provincial de mi estado por no tener "control" de lo que pasa en su Provincia y permitir que un sujeto como yo, argumentara lo que su jucio constituye una clara muestra de lo poco talentoso de hacer las cosas en el seno de nuestras organizaciones masónicas mexicanas.
Lamentablemente, hay que decirlo cuantas veces sea necesario, nuestra Masonería, en México, adolece de profunda inmadurez en sus líderes y dirigentes, pues éstos, una vez que toman posesión de sus cargos, se sienten iluminados y predestinados a poseer la razón y la verdad, cuando es evidente que ni siquiera leen los Estatutos y Reglamentos del Supremo Consejo, y tampoco los de otros Cuerpos de la Masonería, ya sea Grandes Logias o Grandes Capítulos del Rito York.
En todos los casos, lo que vemos son pseudolíderes que no entienden cuál es su misión en la Orden. No acaban de asumir estos pseudodirigentes que todos nosotros, en todas las Logias azules y en todos los Cuerpos colaterales o apéndices (como lo son los cuerpos de los Ritos), los masones somos voluntarios que, de buena fe y con los más sanos propósitos, venimos a la Masonería a trabajar por su unidad, por su progreso y fortaleza en la fraternidad y en la solidaridad que nos debemos como masones.
Entre nosotros -les guste o no a muchos- no hay jerarquías porque nadie es jefe de nadie, y tampoco nadie es subordinado de otro. Lo que tenemos es un orden de preeminencia que define quiénes asumen el mando cuando no esta el titular. La Masonería, para su sospresa, no es jerárquica.
Para nuestra poca fortuna, la noción de "jerarquía" ha hecho mucho daño a nuestros enfermizos "líderes", pues les ha insuflado sus pequeñas cabezas, haciéndoles creer cosas que no son y, sobretodo, asumiendo actitudes de "jerarcas" intolerantes y autoritarios que, lejos de beneficiar la Masonería, la sumen en crisis de inmovilismo y deserción.
Es verdad lo que me dice un hermano de Michoacán (Javier). Muchas cosas tenemos que aceptarlas aunque nos duelan, pero no tenemos los dirigentes -estatales y nacionales- los líderes y dirigentes que la Masonería mexicana requiere. Son, en todo caso, dirigentes que confunden la forma con el fondo y que no conducen a sus organizaciones (Grandes Logias u otros altos cuerpos adjuntos, como los Ritos) hacia metas y objetivos y con estrategias y programas de trabajo claros y precisos. Por eso pasan el tiempo con demagogias y discursos baratos contra el clero y "las derechas", la "reacción" y cosas así, porque no tienen argamaza que trabajar, ni edificios que construir.
¡Es una lástima! Lástima dolorosa y cruel.
Ojalá que la soberbia y la intolerancia desaparezcan de entre nuestros "altos" cuerpos. Ojalá que los dirigentes próximos de la Institución, en todas sus expresiones, asuman a cabalidad su papel de DIRECTORES de la Orden y no de simples Dignatarios a los que hay que lisonjear con títulos y honores pomposos para satisfacer su vanidad y sus cabezas huecas.
Regresamos en HEREDOM.
Seguiremos apuntando una crítica constructiva en bien de nuestra Institución.

Por Cuauhtémoc D. Molina García, 33°

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