lunes, 24 de marzo de 2008

LA MASONERÍA: ESCUELA DE FORMACIÓN HUMANA

Allende el asunto de los "Ritos", la Masonería es mucho más que Obediciencias, regularidades y ortodoxias. La verdadera Masonería es aquélla que es capaz de transformar el sentido de la vida de quiénes se inician en ella. Y esa transformación modifica la percepción del mundo y el concepto que llegamos a tener de los grandes temas trascendentales de la historia y de la civilización: Dios, la vida, el alma, la muerte, la felicidad, el amor, la fraternidad, la libertad. Por eso es la masonería escuela de formación humana integral.

La Orden actual ha abandonado completamente las enseñanzas técnicas de la construcción y ha transformado en una asociación cosmopolita que acoge en su seno a hombres diferentes por la lengua, la cultura, la religión, la raza, e incluso por sus convicciones políticas, pero que coinciden en el deseo común de perfeccionarse por medio de una simbología de naturaleza mística o racional, y de la ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación .
Las Constituciones de Anderson pretenden comprometer al Francmasón a la construcción de un templo de amor o fraternidad universal basado en la sabiduría, la fuerza y la belleza, que constituyen los tres pilares o las tres luces de dicha Organización. Y ese ideal trasciende los ritos y las obediciencias y se vuelve la misión trascendental de la Institución.

El fin de la Masonería, a la luz de sus Constituciones, consiste en la construcción de un templo de amor o fraternidad universal basado en la sabiduría, en la fuerza, en la belleza, en la práctica de la tolerancia religiosa, moral y política, en la lucha contra todo tipo de fanatismo y en el ejercicio de la libertad. Por lo tanto el Francmasón de la llustración estará marcado por una doble finalidad: el perfeccionamiento del hombre, y la construcción de la Humanidad. Doble objetivo que está íntimamente ligado, pues, al desarrollarse el individuo, se desarrolla la Humanidad a través de un mutuo perfeccionamiento y de una continua interacción educativa. Tarea intelectual y civilizadora al mismo tiempo, realizada a través de la filantropía o de la moral pura, de la discreción y del gusto por las artes y el humanismo.

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