miércoles, 14 de mayo de 2008

MANIFIESTO DEL CONVENTO DE LAUSANA

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado es el método de trabajo iniciático masónico más extendido internacionalmente de entre los varios practicados en nuestros días.
Sus 3O grados -luego de los grados simbólicos universales, sobre los cuales se erige- vienen a ser otros tantos movimientos de una misma sinfonía que propone al iniciando la más completa gama de valores en su camino hacia lo trascendente.
Los tres primeros grados se imparten y administran en el seno de las Grandes Logias (o federaciones de logias ubicadas en un determinado territorio y presididas por un Gran Maestre electo en voto universal) y los treinta grados siguientes (el Rito en sí) son impartidos y administrados por instituciones denominadas Supremos Consejos, que presiden sendos Grandes Comendadores en los Estados Unidos, también electos. Se trata, pues, de dos cuerpos masónicos diferenciados en cuanto a sus respectivas competencias dentro de la Orden, si bien ello no fue siempre así.
En Francia y en España, el Supremo Consejo del Rito administró (hasta 1894 y 1903, respectivamente) todos los grados del método, asumiendo habitualmente una misma persona las responsabilidades de Gran Maestre y Gran Comendador. Aún hoy día, aunque en número muy reducido, subsiste esa tradición en algunos casos (como el de la Gran Logia de Italia).
El primer Supremo Consejo del R.E.A.A. se constituyó en Charleston (EE.UU.), en 1801, con el propósito de coordinar e impartir la gama de grados iniciáticos creada en Europa (y concretamente, en Francia) a lo largo del siglo XVIII, desarrollando los tres grados masónicos básicos de Aprendiz, Compañero y Maestro, comunes a todos los Ritos. Uno de los miembros franceses de aquel Supremo Consejo, Augusto Alejandro de Grasse-Tilly, que ya había fundado un Supremo Consejo en las Antillas francesas, regresó a Europa fundando los Supremos Consejos de Francia (1804), de Italia(1805) y de España(1811). Surgieron con posterioridad los de Bélgica (1817), Venezuela(1824), Irlanda(1826), Brasil(1829), etc.
En 1834 se produjo una primera tentativa de vinculación entre los diversos Supremos Consejos mundiales, mediante el efímero tratado de alianza suscrito en París por los de Francia, Bélgica, Brasil y del controvertido “Hemisferio Occidental”. A él se unieron los de Italia, España y las Dos Sicilias, reconociendo la versión latina de las Grandes Constituciones llamadas “de Berlín” , de 1786, como norma reguladora fundamental.
Pero fue en 1875 cuando se retomó el propósito homologador y coordinador del fracasado tratado de París, mediante la reunión en Lausana (Suiza) del Convento o Convención que reunió a representantes de11 Supremos Consejos de los 22 existentes entonces (más la adhesión de Chile, que como EE.UU.,Argentina y Colombia, no pudo enviar delegado).
Aquel Convento llevó a cabo la revisión de las Constituciones de Berlín y redactó un Tratado de Alianza y Confederación de los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, publicando un Manifiesto con la Declaración de Principios del Rito y recogiendo en un “Tuileur” (o Código ritual) las características de los diversos grados del método.
Reproducimos aquí, por su interés histórico, el preámbulo y el texto del Manifiesto de Lausana, con la Declaración de Principios. De la repercusión y alcance efectivos de los acuerdos alcanzados trataremos separadamente.


MANIFIESTO DEL CONVENTO DE LAUSANA
Septiembre de 1875


Delegados Convento de Lausana
Desde hace mucho, y sobre todo en estos últimos tiempos, la Masonería ha sido objeto de los más injuriosos ataques.
En el momento en que el Convento, tras haber examinado con la mayor atención las antiguas constituciones del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, conservando con religioso respeto las sabias disposiciones que le protegen y le perpetúan, libera a la Masonería de vanas trabas, queriendo que se penetre del espíritu de libertad que anima a nuestra época; en el momento en que, sobre bases inquebrantables, sanciona una íntima alianza entre los masones de todo el mundo, el Convento no puede disolverse sin responder con una patente declaración a esas deplorables calumnias y enérgicas condenas.
Ante todo, para los hombres que desean conocer sus principios antes de postularse ante la Francmasonería, los proclama mediante la siguiente declaración, que constituye su programa oficial en los términos acordados por el Convento.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Art.1º.- La Francmasonería proclama, como lo ha hecho siempre, desde su origen,
la existencia de un Principio Creador, bajo el nombre de Gran Arquitecto del
Universo.
2º.- No impone ningún límite a la investigación de la verdad y
exige a todos la tolerancia, a fin de garantizar a todos esa libertad.
3º.-
La Francmasonería está, pues, abierta a los hombres de todas las nacionalidades,
razas y creencias.
4º.- Prohíbe en sus talleres toda discusión política y
religiosa, acogiendo a todo profano cualesquiera sean sus opiniones políticas y
religiosas, siempre que sea hombre libre y de buenas costumbres.
5º.- La
Francmasonería tiene como fin luchar contra la ignorancia bajo todas sus formas,
siendo una escuela mutua cuyo programa se resume así: obedecer las leyes del
país de cada uno; vivir honradamente; practicar la justicia; amar a sus
semejantes; trabajar sin flaqueza por el bien de la humanidad y en pro de su
emancipación progresiva y pacífica.
Ese es el propósito que la Francmasonería del Rito Escocés asume y quiere que sea asumido por cuantos deseen pertenecer a la familia masónica del escocismo.
Pero junto a esta declaración de principios, el Convento necesita proclamar las doctrinas en las que se apoya la Masonería escocesa, deseando que todos las conozcan.
Para dignificar al hombre ante sus propios ojos, para hacerle digno de su misión en la Tierra, la Masonería escocesa proclama el principio de que el Creador Supremo ha dado al hombre la libertad como su bien más precioso; la libertad, patrimonio de toda la humanidad, luz de lo alto que nadie tiene poder ni derecho para apagar ni amortiguar y que es la fuente de los sentimientos de honor y dignidad.
Desde la preparación en el primer grado simbólico universal, hasta la obtención del grado más elevado de la masonería escocesa, la primera condición, sin la que nada puede conseguir el aspirante, es la de poseer una reputación honorable y de probidad incontestada. Requisito que es, por lo demás, exigible en todos los Ritos o Métodos de Trabajo Masónico.
A aquellos para quienes la religión constituye el consuelo supremo, la Masonería les dice: cultivad vuestra religión sin obstáculos, seguid los dictados de vuestra conciencia. La Francmasonería no es una religión y no tiene culto. Propone también una instrucción laica, cuya doctrina está contenida en esta hermosa prescripción:
Ama a Dios con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo.

A quienes, con mucha razón, temen las disensiones políticas, la Masonería les dice: proscribimos de nuestras reuniones toda discusión o debate político; sé un servidor fiel y devoto de tu patria, no tienes que justificarte por ello. El amor a la patria es compatible con todas las virtudes.
¡Se ha acusado a la Masonería de inmoralidad! La nuestra es la moral más pura y más santa; se basa en la primera de todas las virtudes: humanidad. El verdadero masón hace el bien, prodiga su solicitud a los menesterosos, sean quienes fueren, en la medida de su capacidad. Por ello, no puede sino rechazar con disgusto y desprecio toda inmoralidad.
Tales son los fundamentos sobre los que reposa la Francmasonería, asegurando a todos los miembros de esta gran familia la unión más estrecha, sean cuales fueren las distancias que separen a los diversos países en los que vivan. Entre todos, ha de reinar el amor fraternal.
¿Y qué podría dar mejor testimonio de esa verdad que la misma reunión mantenida en este Convento? Sin conocernos unos a otros, procedentes de los países más diversos, a penas habíamos intercambiado las primeras palabras de bienvenida cuando ya surgió entre nosotros la más estrecha unión. Nos estrechamos la mano fraternalmente y, dentro de la mayor concordia, hemos ido adoptando nuestras más importantes resoluciones por unanimidad.
Francmasones de todas las regiones, ciudadanos de todos los países : estas son las leyes de la Francmasonería, estos son sus misterios. Los esfuerzos de la calumnia son impotentes contra ella y sus injurias se quedarán sin eco.
Marchando pacíficamente de victoria en victoria, la Francmasonería escocesa extenderá día a día su acción moral y civilizadora.

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